Vaticano, 13 Nov. 10 / 08:25 am (ACI)
En la audiencia concedida a los participantes del Pontificio Consejo para la Cultura que celebran su asamblea plenaria bajo el lema "Cultura de la comunicación y nuevos lenguajes", el Papa Benedicto XVI resaltó que "necesitamos hombres y mujeres que hablen con su vida, que sepan comunicar el Evangelio, con claridad y coraje, con la transparencia de las acciones, con la pasión alegre de la caridad".
En su discurso el Santo Padre señaló que "hablar de comunicación y lenguaje significa, de hecho, no solo tocar uno de los puntos cruciales de nuestro mundo y sus culturas; sino que para nosotros los creyentes significa acercarse al misterio mismo de Dios que, en su bondad y sabiduría, ha querido revelarse y manifestar su voluntad a los hombres. En Cristo, Dios se ha revelado a nosotros como el Logos, que se nos comunica e interpela, poniendo las bases que fundan nuestra identidad y dignidad de personas humanas, amadas como hijos del único Padre".
Con esta asamblea plenaria, continuó el Papa, este Pontificio Consejo busca nuevas formas de anunciar el Evangelio, en atenta escucha del mundo globalizado que vive una transformación cultural, con nuevos lenguajes y nuevas formas de comunicación que generan nuevos y problemáticos modelos antropológicos.
En este contexto, prosigue, los Obispos y fieles advierten con preocupación algunas dificultades en la comunicación del mensaje evangélico y en la transmisión de la fe "al interior de la misma comunidad eclesial". Este problema, añade el Papa, se hace más grande cuando la "Iglesia se dirige a los hombres y mujeres alejados o indiferentes a una experiencia de fe, a quienes el mensaje evangélico alcanza de una manera poco eficaz y convincente". Ante ellos la Iglesia no permanece indiferente sino que busca nuevos modos de anuncio, nuevas formas de comunicación.
Tras advertir que la incapacidad del lenguaje para comunicar el sentido profundo y la belleza de la experiencia de fe "puede contribuir a la indiferencia de tantos, sobre todo jóvenes" y puede "convertirse en motivo de alejamiento", Benedicto XVI resaltó que la Iglesia "quiere dialogar con todos, en la búsqueda de la verdad, pero para que el diálogo y la comunicación sean eficaces y fecundos es necesario sintonizar una misma frecuencia, en ámbitos de encuentro amigables y sinceros, en aquel ideal ‘Patio de los Gentiles’ que he propuesto" y que este dicasterio busca presentar en la cultura europea.
"Hoy no pocos jóvenes, aturdidos por las infinitas posibilidades ofrecidas por las redes informáticas u otras tecnologías, establecen formas de comunicación que no contribuyen al crecimiento humano, pero que pueden generar el sentido de soledad. Ante tales fenómenos, he hablado de una emergencia educativa, un desafío al que se puede y se debe responder con inteligencia creativa, esforzándose en promover una comunicación humanizante que estimule el sentido crítico y la capacidad de valoración y discernimiento".
El Papa resaltó luego la infinita capacidad de la liturgia y su extraordinario patrimonio de símbolos, imágenes ritos y gestos y su tradición; para avanzar en esta comunicación, "hasta tocar profundamente la conciencia humana, el corazón y el intelecto. La tradición cristiana, entonces, siempre ha anexado a la liturgia el lenguaje del arte, cuya belleza tiene una particular fuerza comunicativa".
Ejemplo de esta fuerza, prosiguió, se ha visto el fin de semana pasado en Barcelona en la ahora Basílica de la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antonio Gaudí, en donde se "conjugan genialmente el sentido de lo sagrado y la liturgia con formas artísticas tanto modernas como en sintonía con las mejores tradiciones arquitectónicas".
Sin embargo, precisó el Papa Benedicto XVI, más incisiva que el arte y las imágenes en la comunicación del mensaje evangélico "es la belleza de la vida cristiana. Al final, solo el amor es digno de fe y resulta creíble. La vida de los santos, de los mártires, muestra una singular belleza que fascina y atrae, porque una vida cristiana vivida en plenitud habla sin palabras. Necesitamos hombres y mujeres que hablen con su vida, que sepan comunicar el Evangelio, con claridad y coraje, con la transparencia de las acciones, con la pasión alegre de la caridad".
Finalmente el Papa recordó su peregrinaje a Santiago de Compostela y resaltó la alegría auténtica que experimentan quienes caminan hacia la verdad y la belleza, al encuentro con Dios, como hicieron en su momento los discípulos de Emaús viviendo la experiencia del ardor en el corazón al reconocer la voz del Señor.