Concilio Vaticano II.
25 de enero de 2010
La Vocación del Hombre a la Unión con Dios...
La razón mas alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el Amor de Dios, que lo creó, y por el Amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando lo reconoce libremente ese Amor y se confía por entero a su Creador.
18 de enero de 2010
A qué camino te ha llamado Dios?
Ya conoces el plan de Dios... Todos los seres, con su misión; y en el hombre, esa misión no es impuesta por fuerza, sino que ha sido entregada a su libertad...
¡Privilegio sublime que constituye la grandeza del hombre!
A tu elección se ofrecen varios caminos. Terminas tus estudios, empieza la universidad, el trabajo, el Ejército, el campo, la industria, el comercio y/o el arte, etc.
Se abren también perspectivas más amplias, como la vida Religiosa, el Sacerdocio, el Matrimonio. Dentro de estas maneras de vida hay enfoques especiales que te atraerán particularmente: la política, la acción social, la contemplación artística, la vida de Oración, el estudio de las Sagradas Escrituras, la acción católica. Sentirás quizás una fuerte atracción por la vida social; las fiestas, bailes, diversiones... Los deportes, el futbol. Todo estará frente a ti al iniciar tu vida en forma más personal e independiente.
¿A cuál de estos caminos te ha llamado Dios? No ha dejado a tu capricho que seas lo que quieras. Tú tienes Vocación para algo, ¿Para qué? ¿Cuál va a ser el fin de tu vida?
Para el Sacerdocio, como para la Marina, el deporte, la música, la sociología, la política, la acción católica, etc. hay una verdadera Vocación, ¿Cómo conocer la tuya? ¿Qué criterio me permitirá discernir? ¿El atractivo que en mí ejercen, el agrado, la felicidad que me ofrecen? Esos criterios no pueden ser la norma para un ser racional y menos para un cristiano.
El milagro es milagro porque acontece raras veces en la vida; no hay, pues, que esperarlo en un problema cotidiano que han de resolver todos los hombres, tanto más cuanto que el mismo Creador nos ha dejado herramientas plenamente eficaces para descubrir por vías ordinarias nuestro camino en la vida.
Nuestra razón, que es participación de la mente divina, nos da a conocer las realidades más fundamentales en que el hombre necesita apoyarse; y todavía cuando se afirma en la revelación de Jesucristo, sus conclusiones pueden llegar a un campo inmensamente más vasto e iluminado por el sol de la verdad divina.
Todo hombre de buena voluntad que aplica con sinceridad su alma a la búsqueda de la verdad, puede estar cierto que se cumplirá en él la conocida proposición: "Al que hace lo que está de su parte, Dios no le niega su Gracia”.
El Espíritu Santo que mora en nosotros, desde el Bautismo que nos asiste con sus dones de entendimiento, ciencia, prudencia, es la mejor garantía de éxito en una elección hecha con sinceridad ante la mirada de Dios, aunque no intervenga iluminación milagrosa durante toda nuestra deliberación.
(Del libro "Elección de carrera", Padre Hurtado, 1943)
¡Privilegio sublime que constituye la grandeza del hombre!
A tu elección se ofrecen varios caminos. Terminas tus estudios, empieza la universidad, el trabajo, el Ejército, el campo, la industria, el comercio y/o el arte, etc.
Se abren también perspectivas más amplias, como la vida Religiosa, el Sacerdocio, el Matrimonio. Dentro de estas maneras de vida hay enfoques especiales que te atraerán particularmente: la política, la acción social, la contemplación artística, la vida de Oración, el estudio de las Sagradas Escrituras, la acción católica. Sentirás quizás una fuerte atracción por la vida social; las fiestas, bailes, diversiones... Los deportes, el futbol. Todo estará frente a ti al iniciar tu vida en forma más personal e independiente.
¿A cuál de estos caminos te ha llamado Dios? No ha dejado a tu capricho que seas lo que quieras. Tú tienes Vocación para algo, ¿Para qué? ¿Cuál va a ser el fin de tu vida?
Para el Sacerdocio, como para la Marina, el deporte, la música, la sociología, la política, la acción católica, etc. hay una verdadera Vocación, ¿Cómo conocer la tuya? ¿Qué criterio me permitirá discernir? ¿El atractivo que en mí ejercen, el agrado, la felicidad que me ofrecen? Esos criterios no pueden ser la norma para un ser racional y menos para un cristiano.
El milagro es milagro porque acontece raras veces en la vida; no hay, pues, que esperarlo en un problema cotidiano que han de resolver todos los hombres, tanto más cuanto que el mismo Creador nos ha dejado herramientas plenamente eficaces para descubrir por vías ordinarias nuestro camino en la vida.
Nuestra razón, que es participación de la mente divina, nos da a conocer las realidades más fundamentales en que el hombre necesita apoyarse; y todavía cuando se afirma en la revelación de Jesucristo, sus conclusiones pueden llegar a un campo inmensamente más vasto e iluminado por el sol de la verdad divina.
Todo hombre de buena voluntad que aplica con sinceridad su alma a la búsqueda de la verdad, puede estar cierto que se cumplirá en él la conocida proposición: "Al que hace lo que está de su parte, Dios no le niega su Gracia”.
El Espíritu Santo que mora en nosotros, desde el Bautismo que nos asiste con sus dones de entendimiento, ciencia, prudencia, es la mejor garantía de éxito en una elección hecha con sinceridad ante la mirada de Dios, aunque no intervenga iluminación milagrosa durante toda nuestra deliberación.
(Del libro "Elección de carrera", Padre Hurtado, 1943)
11 de enero de 2010
4 de enero de 2010
Los Jóvenes no tienen miedo...
Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido.
Son sensibles a la llamada de Cristo, que les invita a seguirle.
Pueden responder a ese llamado como Sacerdotes, como Consagrados y Consagradas, o como Padres y Madres de Familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera.
Son sensibles a la llamada de Cristo, que les invita a seguirle.
Pueden responder a ese llamado como Sacerdotes, como Consagrados y Consagradas, o como Padres y Madres de Familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera.
Documento Aparecida.
Dircurso Inaugural del Papa Benedicto XVI.
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