AICA.
El sábado 20 de noviembre en la catedral N. S. de la Asunción, el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, ordenó sacerdotes a los diáconos Sebastián Calabrese y Leonardo Chimento.
En la homilía, el prelado recordó que el sacerdote “está llamado por Dios para vivir en la Iglesia. Y lo llama el obispo y lo llama el presbiterio; por eso no se concibe un sacerdote individualista y separado”, por eso aclaró que “no son simplemente sacerdotes y después pueden hacer lo que quieran, sino que están metidos, llamados, al orden del presbiterado”, por lo que deben “estar unidos en comunión”. Entre otras cosas, el pastor diocesano dijo a los ordenados que “la Palabra de Dios los tendrá que alimentar siempre, iluminar siempre para iluminar y acompañar a los hermanos. El protagonismo no será de ustedes, el protagonismo es de Jesucristo, es de su Palabra y es del Espíritu Santo. Por lo tanto ustedes sean verdaderos oyentes de la Palabra de Dios, para que puedan alimentar a los hermanos”. “Ustedes también tendrán la dicha y la gracia de participar del ministerio eucarístico -añadió-; y en el nombre de Cristo podrán perdonar y absolver los pecados”.
En ese sentido les recomendó: “Si quieren que la vida de ustedes tenga sentido, ¡fusiónense al misterio de Cristo!, ¡suban al altar y quédense allí para vivir sagradamente el sacrificio! El sacrificio del cual ustedes son revestidos de Jesucristo, unidos e identificados con Él; y Él no sólo los alimentará a ustedes sino que también alimentará al Pueblo de Dios, por medio de ustedes”. Al recordar que Dios “también les da otra misión: el pastoreo”, precisó que “de alguna manera, el sacerdote de Cristo es sacerdote para Cristo para su pueblo y para la Iglesia”. Por otro lado, afirmó que “el sacerdote tendrá que ser un hombre de Dios y si no es un hombre de Dios no va a saber decírselo a la gente. El sacerdote tendrá que estar enamorado de un modo indiviso para que Dios siga siendo el centro de su vida, y que ustedes, desde ese centro, lo puedan comunicar a los demás. La gente necesita eso, la gente pide eso, la gente quiere eso. No quiere otra cosa”. “Dios no pide y después defrauda. Lo que Dios pide, lo da y lo da en abundancia. Confíen y sean siempre los que están enamorados de Dios. ¡Enamorados de Dios para no buscar en otro charco!, ¡enamorados de Cristo para servir a la Iglesia!, ¡enamorados de Cristo para dar la vida con Él!, ¡enamorados de Cristo para que nuestra Iglesia sea cada vez más creíble, más entendida, más amada y más respetada! A eso están llamados”, aseguró.+